La Corrupción y su Impacto en las Mujeres: Una Reflexión para Incorporar la Perspectiva de Género en el Combate y la Lucha

Resulta un desafío hablar acerca de impulsar la construcción de la igualdad sustantiva y a la vez sobre combate a la corrupción.

En nuestro país y en nuestro estado, vivimos tiempos trascendentales frente a un cambio de régimen. Por lo que es sumamente importante recordar que la cuarta transformación no sólo es un cambio de régimen, sino principalmente es una forma humanista de poner al servicio del pueblo, particularmente de quienes menos tienen y menos han podido, todo el poder público del Estado.

El Ex Presidente Andrés Manuel López Obrador, siempre tuvo claridad que la cuarta transformación era y es, esa gran posibilidad de construir una propuesta post neoliberal y convertirla en un modelo viable de desarrollo económico, de ordenamiento político y convivencia entre los sectores sociales, en el que el cambio de régimen significaría un cambio profundo, una transformación real y la regeneración de la vida pública de México. También, fue muy enfático en que el Gobierno de México demostraría que la modernidad puede ser forjada desde abajo y con inclusión, y que el desarrollo no tiene por qué ser contrario a la justicia social.

Si reflexionamos con detenimiento esta gran oportunidad de transformar la vida pública de México, posiblemente coincidiríamos en que tendríamos la imperante necesidad de impulsar y de apostar por el papel de las Mujeres en este hito histórico.

Por otro lado, la corrupción como un fenómeno social que afecta negativamente al desarrollo sostenible, a la democracia, al Estado de Derecho, a la economía, al acceso y la calidad de los servicios públicos, a la confianza de la ciudadanía en la política y las instituciones públicas y que, además, profundiza las brechas de desigualdad entre mujeres y hombres, nos pone grandes retos y desafíos para que consigamos que juntas y juntos apuntalemos los cimientos y sigamos construyendo esa visión de transformación en la que no dejar a nadie atrás y a nadie fuera, verdaderamente sea trabajo de todos los días y en cada rincón de nuestro país y de nuestro hermoso estado, Yucatán..

En ese sentido, si le damos una mirada reflexiva a las desigualdades y brechas de género que son de carácter estructural y sistémicas, podemos analizar conductas de corrupción que pueden verse impactadas por esta condición y afectar los derechos humanos y las oportunidades de desarrollo de las Mujeres de manera desproporcionada, como población que ha sido tradicionalmente vulnerada.

Aunado a lo anterior, debo señalar que las Mujeres no son más vulnerables que los hombres por una cuestión de naturaleza, sino como resultado de una histórica valoración diferente en los ámbitos social, cultural, político y económico, así como de las diferencias sexuales entre unas y otros; valoración que resulta en detrimento de las oportunidades de las Mujeres para tener una vida digna y libre de violencias.

Siguiendo este orden de ideas, cobra importancia hacernos un cuestionamiento central ¿cómo podríamos constatar que la construcción social del género, expresada a través de roles, expectativas y estereotipos, impactan de manera particular en las formas en que la corrupción afecta la vida de las Mujeres?

Una mirada personal, podría expresarla a partir de que los roles de género que ubican a las Mujeres en el ámbito privado, comunitario y reproductivo, y a los hombres en el público y productivo, traduciéndose en una relación desigual de poder en el ámbito público. Estas desigualdades y vulnerabilidades de la relación “mujeres-género-corrupción”, expone a las Mujeres a ser más vulnerables a ciertos tipos de delitos, por ejemplo, aquellos que se vinculan con servicios públicos básicos de salud y educación, y que las ubica en el contexto de la “pequeña corrupción o corrupción por necesidades”, sin dejar a un lado que, además, históricamente el cuerpo y la sexualidad de las Mujeres ha sido y siguen siendo “una moneda de cambio”. Por tal, son ellas quienes más sufren violencia de género y delitos sexuales, lo que además aumenta su vulnerabilidad a actos de corrupción en la búsqueda de acceso a la justicia.[1]

Como el ejemplo anterior, pudiera enunciar muchos más, sin embargo, mi intención es enfatizar que, a mientras más desigualdades de género traducidas en violencias contra Mujeres y Niñas, la corrupción impactará de forma más dura contra nosotras.

Ahora bien, tomando en cuenta lo anterior, se evidencia la necesidad de que las políticas anticorrupción y las instancias públicas y de la sociedad civil involucradas, transversalicen la perspectiva de género en todo su trabajo.

Hoy por hoy, frente a una nueva forma de trabajo en la vida pública de México y de Yucatán, debemos abonar para contar con más datos, evidencias y reflexiones que nos permitan constatar impactos diferenciados y particulares de determinados actos de corrupción en Mujeres y hombres.

Mientras sigamos en la senda de que “el lugar correcto” para nosotras las Mujeres es el ámbito privado, sin lugar a duda, seguiremos mermadas en nuestra capacidad de respuesta, intervención y resolución en el espacio público, donde se viven la mayoría de las situaciones que pueden derivar en potenciales actos de corrupción.

[1] Mujeres ante la corrupción. Reflexiones para mitigar sus efectos. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2023.

También, es menester entender que la corrupción es una de las formas en las que se perpetúa la discriminación contra las Mujeres y en un trato y oportunidades desiguales respecto a los hombres, por lo tanto, su desarrollo integral, especialmente en los ámbitos educativo, laboral, económico, de participación política, y recreativo, es afectado negativamente.

Adicionalmente, debemos reflexionar que son los hombres quienes han concentrado el poder en el ámbito público y el poder de decisión en casi todos los espacios, lo que también se expresa en un impacto diferenciado ante posibles hechos de corrupción.

En lo personal creo que las tareas, los retos y expectativas que tenemos frente a la incorporación de la perspectiva de género en la administración pública, son muchos y responden a realidades muy importantes para la vida de las Mujeres y Niñas.

Considero que a partir del análisis de los efectos diferenciados que tiene la corrupción en hombres y Mujeres en las diversas problemáticas identificadas, el trabajo coordinado entre los Sistemas Nacional y Estatal Anticorrupción y los Sistemas Nacional y Estatal para la Igualdad entre Mujeres y Hombres es clave para definir acciones concretas para atender estas problemáticas.

Con base a lo anterior, resulta importante mencionar que son las mujeres quienes tienen la vivencia de los obstáculos a los que se enfrentan y que tienen que ver con solicitudes o experiencias de actos de corrupción ante la necesidad de acceder a servicios básicos, a programas sociales y la búsqueda de justicia cuando son víctimas de la violencia basada en género. Desde esa perspectiva, es importante que las propuestas de intervención al respecto recuperen esta experiencia de primera mano.

A 109 años del Primer Congreso Feminista de Yucatán y de México, nos invita a la reflexión y a reconocer el trabajo solidario de las Mujeres que se dieron a la tarea de contribuir a un mejor porvenir para toda la sociedad. La lectura de la ponencia de Hermila Galindo denominada “la Mujer en el porvenir” durante el Primer Congreso Feminista, nos pone de manifiesto la imperante necesidad de que, en la lucha por la igualdad de género, no sólo es una tarea de mujeres para mujeres, es preciso que debamos mirarnos sororiamente entre nosotras para lograr, como en aquellas discusiones del primer congreso feminista, hacia la construcción de propuestas integrales necesarias de cambio social y estructural en materia de igualdad sustantiva, con todas y todos.

Hoy, desde el Gobierno del Renacimiento Maya encabezado por el Maestro Joaquín Diaz Mena, tenemos claro el rumbo y el nivel de exigencia para poner a las Mujeres y Niñas en el centro de las decisiones de la vida pública de Yucatán. El ejemplo y la brújula se señalan con gran precisión desde el liderazgo de una Mujer que hoy, con orgullo podemos enunciarla como la Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas, sí, con “A”, porque hoy por hoy, la cuarta transformación avanza en materia de igualdad sustantiva, y nos pone de manifiesto con hechos de que si llega una, llegamos todas.

Creo firmemente que nos encontramos en un tiempo muy propicio para las Mujeres, en los tiempos de romper esos “techos de cristal”, para que cuando le preguntemos a una Niña ¿qué te gustaría ser de grande?, dejemos de escuchar la palabra “princesa” y empecemos a escuchar la palabra “Presidenta”, como la de la república.

Como Mujer, como servidora pública, como yucateca y mexicana, miro con entusiasmo y compromiso que abonar hacia la construcción de una sociedad yucateca más justa e igualitaria, no sólo es un compromiso público sino una convicción ética y moral personal.

Porque estoy convencida de que combatir la corrupción, también es combatir las desigualdades entre mujeres y hombres, por lo que, en el marco del 8 de marzo, efeméride en que conmemoramos el día internacional de la Mujer, nos debe representar más que una simple conmemoración, un llamado social permanente por reconocer, promover, impulsar y garantizar los Derechos Humanos de las Mujeres y Niñas.

Autora:

Lcda. Sisely del Rosario Burgos Cano.

Secretaría de las Mujeres del Estado de Yucatán